jueves, 3 de enero de 2008

INICIACIÓN


Evidentemente no era lo mismo mirar por la mira telescópica del fusil una lata o un gato que una persona. Sintió el primer síntoma del paso previo al asesinato. La garganta se seca. Tragó saliva mientras se desabrochaba el cuello de la camisa y pegaba la barbilla a la culata. Intentó tranquilizarse, acompasar la respiración y el ritmo de su desbocado corazón.
Observó de nuevo a su presa. Era su padre. El paso previo para unirse a sus compañeros de la camorra era asesinarlo. Era la primera pieza y la que no se olvidaba jamás. La que hacía que la importancia de las que viniesen después perdiera sentido. Rezó por su madre. Rezó por él, para que aquella bala no matara también su alma.

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